“LA HISPANIDAD, FIESTA PARA EL OPTIMISMO”

Por: Juan Rivero Corredera.

Entendemos una España real y positiva, con razones e ideas para el optimismo histórico.

Los españoles desde la crisis del 98 fuimos seguidores de la perspectiva negativa y pesimista sobre nuestra situación en la historia como país y sociedad. La crisis social que supuso la guerra civil (1936-39) puso de moda España en la historia mundial por la tragedia de la misma, y por convertirse en el precedente más claro de la Segunda Guerra Mundial y sus actores. La victoria de una parte del pueblo español sobre otra, prolongó el arquetipo machadiano de las dos Españas. La larga dictadura franquista nos apartó del camino de la democracia por la que tanto habíamos luchado los españoles en todo el primer tercio del siglo XX, y en especial durante la experiencia esencial de la II República.

Pero, frente a dictaduras y sectarismos de todo tipo, el pueblo español encontró de nuevo el camino de la esperanza y de la democracia con la transición política de 1976 a 1979, encabezada por el Rey Juan Carlos y el inolvidable presidente Adolfo Suárez, con la colaboración solidaria de las fuerzas políticas de diversos colores ideológicos.

En esta primera Hispanidad celebrada por nuestro rey Felipe VI, el pueblo español debe distinguir nuevas metas de paz, democracia y progreso social. Unidos en nuestra democracia, utilizando siempre el diálogo que une y fortalece, los españoles debemos ser el ejemplo más señero para los países hermanos de la América hispánica. Nuestros pueblos deben enorgullecerse de su pasado con todos sus tropiezos, y con los aún más numerosos aciertos y conquistas.

La solidaridad y la hermandad de los pueblos de la América ibérica, entre los que destacamos al hermano pueblo de Brasil, debe reafirmarse en este momento de la Hispanidad, que tan unido queda al concepto de la Iberoamericanidad, pues las lenguas ibéricas no pueden olvidar, ni desvirtuar o separarse del alma común de nuestros pueblos y de su cultura: ambos proceden de unas mismas raíces vitales, culturales y antropológicas.

La Hispanidad debemos entenderla como una verdadera fe en nuestros pueblos, una esperanza de democracia más perfecta, de igualdad social y económica, de fortalecimiento de la educación para todos los hijos y pueblos de la vasta Iberia americana.

Unamuno fue el primer escritor en utilizar el vocablo “Hispanidad” en un sentido histórico y cultural, el cual designa la unidad profunda del mundo hispánico: España y América de las lenguas ibéricas. La base de aquella homogeneidad se encuentra, a juicio del pensador vasco, no en la raza, en la religión o en la realidad política, sino en la lengua castellana (8). Unamuno había escrito, en 1909,: “Digo hispanidad y no españolidad para atenerme al viejo concepto histórico-geográfico de Hispania, que abarca toda la península Ibérica.”

Nuestro Colegio “Miguel de Cervantes” conforma un pequeño “habitat” de esa Iberia americana, con sus lenguas: el portugués – brasileiro, el español de América y el de Castilla, junto a las raíces culturales de los pueblos ibéricos.

Igualmente, podemos señalar la excelente labor de Instituto Cervantes de São Paulo, en la difusión eficaz de la lengua española.

¡Seamos optimistas!, los pueblos hermanos de Hispanoamérica y Brasil se deben acrisolar con el lazo común de la lengua española, para buscar un futuro mejor y más igualitario. El progreso y la riqueza cultural e intelectual de nuestros pueblos hispánicos merecen una apuesta por el optimismo, y por la solidaridad comunes. 

España siempre tuvo, en su tenaz pueblo, motivos para el optimismo. España ha existido y existe, pues su trascendental acción en la historia universal se fortalece con los hermanos hispánicos de América. La lengua de España es universal, así como la Hispanidad supone una gran suma sinérgica de culturas comunes y diferentes, verdadero crisol para el optimismo.

El arte, la ciencia, el pensamiento y la cultura hispánicos se transmiten en las lenguas universales de los inmortales Gabriel García Marquez, Luís de Camões y Miguel de Cervantes.

El optimismo y la esperanza, la educación y el trabajo hacen buenos a los hombres. La hispanidad es grande, es una suma de naciones y culturas de orígenes comunes.



(8) Andrés de Blas Guerrero. “Enciclopedia del nacionalismo”, Alianza Editorial, Madrid, 1999, págs.. 315-316.