ENSEÑANZA MEDIA

BRASILIA: Un proyecto de construcción de memoria

Por: Ángel López Carretero

A pesar de haber sido proyectada hace más de medio siglo, la ciudad de Brasilia, centro político de Brasil, sigue teniendo un aspecto de ensoñación, o al menos esa sensación sigue adueñándose del extranjero que conoce la visionaria ciudad por primera vez. Brasilia es una suerte de compleja metáfora urbanística donde, paradójicamente, se materializa al mismo tiempo el proyecto democrático nacional y su fracaso.

Viajar con nuestros alumnos es una experiencia de convivencia y de conexión personal extraordinaria, todos los alicientes de un viaje de estudios se refuerzan con la impresión un poco borrosa de que la salida del colegio está cerca, así que la experiencia es al mismo tiempo intensa y melancólica. No se me ocurre un espacio mejor que Brasilia para preparar y reforzar en los alumnos su identidad comunitaria. Todo en Brasilia es político. Para muchos de nuestros estudiantes que solo conocen los nombres que aparecen en los titulares de prensa, o los perfiles en redes sociales de los políticos más exitosos, poder entrar en las comisiones parlamentarias o asistir a un pleno del Tribunal Superior de Justicia les proporciona una visión en tiempo real de cómo se desarrollan la política o la justicia, esto es, cómo un país es construido con palabras y leyes. Es habitual que después de este viaje muchos alumnos reconozcan que su visión de la política ha mejorado. Es difícil que un joven, después de una jornada dentro del congreso y el TSF, no se sienta atraído por las profesiones de jurista o periodista; del mismo modo que el propio diseño de la ciudad estimula su percepción estética, espoleando también su vocación para el diseño, la arquitectura o el urbanismo. Todo está repleto de inspiración.

Si Brasilia representa y es de hecho el centro del poder político, la visita a Ceilândia, al otro lado del lago, constituye el contrapunto imprescindible para completar la fotografía de la ciudad o, incluso, del país. Formada a partir de los trabajadores que llegaron para trabajar en su construcción, pero que fueron expulsados extramuros de la capital cuando ésta se fue poblando por las clases políticas y económicas privilegiadas, Ceilândia carece de la estructura urbanística de la que su vecina presume airada, mostrando la doble cara material de dos ciudades que, siendo indisociables en su origen, parecen pertenecer a universos socioeconómicos antagónicos. Sin embargo, las visitas a los proyectos de las ONG Atitude y al Quilombo urbano demuestran que la capacidad de trabajo comunitario, el amor propio, la autogestión y la inclusión, configuran también una dimensión política más allá de del eje político oficial representado a escasos kilómetros. Nuestros alumnos pueden conocer los proyectos de la comunidad batucando, haciendo grafitis o bailando. En el quilombo urbano nos ofrecen una feijoada fantástica y asistimos a una autoafirmación política sin ambigüedades, valiente y generosa. Un mensaje me parece conmovedor: “somos la casa de todo el que venga y se sienta en su casa”.

Todos estos estímulos para formar parte de la vida pública se refuerzan con nuestra visita a la Embajada de España en Brasil, donde los alumnos se entrevistan con consejeros de diferentes áreas, adentrándose en los entresijos de la diplomacia y las relaciones internacionales. En la charla de bienvenida, el ministro consejero Juan José Escobar Hansi se propone arengar a los estudiantes para que se decanten por la carrera diplomática y resume, seguramente sin proponérselo, principios básicos de las humanidades y de la educación ciudadana: “debemos estar informados leyendo cada día medios de comunicación diferentes; conocer bien la historia de un país nos ayuda a comprender las fuerzas internas que motivan su funcionamiento, sus transformaciones y su presente; aprended tantas lenguas como podáis”.

Si la exhibición de las secuelas de los actos violentos de enero de 2022 en los edificios públicos ha quedado como una muestra de la fragilidad de la democracia y la necesidad de preservarla, la visita a la Chapada Imperial ofrece la oportunidad de valorar un bioma autóctono de Brasil y entender también la vulnerabilidad del paisaje y la urgencia medioambiental. Las dos experiencias están relacionadas con el riesgo de pérdida, con la amenaza de la extinción. Las charlas y las reflexiones con los estudiantes intentan incidir en nuestra responsabilidad para preservar tanto nuestra construcción social como nuestro habitat natural. Nuestra estancia en la Chapada nos permite conocer los proyectos de protección de la fauna y la flora del serrado, tomar un baño refrescante y convivir con las ararás. Damos un pequeño paseo y la naturaleza se muestra exuberante en medio de la aridez del clima. Árboles de oscuras ramas retorcidas, altos buritis describiendo el recorrido del río, árboles, plantas y flores de hermosos nombres: ipê amarelo, vassourinha, chuveirinho…

Al preguntar a los alumnos sobre su motivación para venir a Brasilia, algunos comentaron que, ante la inminencia de la salida del colegio, era necesario “construir recordações”. Pienso en esta idea: crear memorias. Si para todos nosotros el Miguel de Cervantes es una memoria compartida, esta experiencia es una oportunidad excepcional para asistir a la creación tanto del pasado nacional oficial (Memorial JK), como de la memoria de los personajes silenciados (Museo de la memoria candanga). Estos momentos que habéis pasado en el colegio, y otros que el colegio os ha proporcionado, deberían ser la lanzadera hacia nuevos retos y experiencias personales y educativas. Como podemos ver en los edificios de Niemeyer, siempre los accesos a sus construcciones incluyen una rampa, un pasillo, una escalera ingrávida, anticipan a la vez que ocultan una nueva revelación. Quiero pensar que esta ciudad que Lúcio Costa diseñó con la forma de un avión, es una metáfora del viaje maravilloso que os espera fuera del colegio.