ENSEÑANZA FUNDAMENTAL II

Entrevista a Charles Gavin

Por: Tatiana Maria de Paula Silva | 23 de noviembre de 2017.

Foto: Silvio Luiz Canella

El músico Charles Gavin, exbatería de la banda Titãs e investigador de la música brasileña, estuvo en el Colegio y aceptó conceder una entrevista exclusiva a la revista Cervantes Informa en la que habló sobre todo del libro 300 discos importantes da música brasileira, organizado por él y por los periodistas Tárik de Souza, Carlos Calado y Arthur Dapieve.

 

 

Cervantes Informa – ¿Por qué sintió la necesidad de escribir la obra 300 discos importantes da música brasileira y cuál fue su mayor reto?

Charles Gavin – El mayor reto fue conseguir recursos económicos. Por pensar en un proyecto gráfico elaborado –un libro del tamaño de un vinilo –fue difícil encontrar una editorial que se interesara por una obra cuyo precio de venta al público sería alto. Después nos dimos cuenta de que necesitaríamos algún patrocinio y lo conseguimos por medio de la Lei Rouanet. Como la obra se realizaría con fondos de incentivos fiscales, los periodistas y yo pensamos que sería justo que se tratase de un proyecto sin ánimo de lucro.  Desde el comienzo, decidimos que todo lo que se recaudara con la venta del libro se traspasaría al Instituto Sou da Paz*. Esa idea surgió al idearse el proyecto, con lo cual se pagaron los profesionales y el libro no tiene derechos de autor, a pesar de registrarse a mi nombre; la obra se puso a la venta en la Livraria Cultura que también donó el porcentaje que le correspondía al susodicho instituto. 

La idea de crear el libro surgió de la intención de dejar un material organizado a un público que se  interesa por estudiar y conocer la música brasileña. Deseábamos presentar la historia de la música brasileña fundamentada en su discografía, es decir, una discoteca que recoge, desde nuestro punto de vista, la diversidad de la música brasileña.  Es evidente que se trata de una parte de la memoria de la música brasileña que, según mi entender, es un tema muy mal debatido,  subestimado por el Estado y al que nuestra sociedad no le da importancia como memoria cultural, teniendo en cuenta lo que explica de lo que somos y de lo que plantea para el futuro. Tengo la teoría de que para entender el país, debes detenerte en lo que pasa con el fútbol y con la música, pues son los oráculos de la sociedad y nos proporcionan un retrato muy interesante. Con ese planteamiento, quisimos rescatar la música brasileña, intentando de alguna forma, aunque fuera imposible, ser imparcial en la selección. Queríamos lanzar una mirada sin prejuicios y entender la importancia de cada trabajo.

Foto: Silvio Luiz Canella

CI – ¿Teniendo en cuenta que una buena parte de los medios que consumen muchos de esos trabajos no aparecen o aparecen de forma poco expresiva, díganos qué importancia puede tener que los jóvenes accedan a esas canciones?

CG – Esta es una cuestión muy sutil porque la divulgación de la música brasileña implicaba algunos sectores que dependían de la industria discográfica y, con la revolución digital que se inició hace algunas décadas, las reglas de ese juego han cambiado. La industria discográfica brasileña se transformó en otra entidad, muy diferente de la que yo vivía y de lo que mucha gente de nuestro medio vivió. Yo diría que era, en cierto modo, un universo que estaba en equilibrio. La revolución digital se impuso con tal fuerza en ese universo que reconfiguró los intereses económicos y hoy tenemos un panorama de difícil comprensión. Así, se puede decir que desde hace algunos años, a la música brasileña le hace la competencia –cada vez más fuerte – una industria de marketing de Estados Unidos, principal potencia de la cultura pop y resulta difícil hacer la competencia a una industria con tal poder económico. En ese ámbito, por lo que veo incluso en casa, con mis hijas, advierto que es muy difícil convencer a los jóvenes a prestar atención a la música brasileña. Veo que es peligrosa esa distancia de la memoria de la cultura brasileña, no solo en lo que se refiere a la música, sino también de otras manifestaciones. Creo que cada escuela es un agente que puede paliar ese cuadro tan preocupante. ¿Qué sucede cuando la gente no estudia la historia de la música brasileña y de su cultura? ¿Qué tipo de identidad formas en los estudiantes? ¿Qué es Brasil? La música pasa por todas estas cuestiones y refleja bien nuestra mejor virtud, que es la asimilación, como ya lo decía Mário de Andrade. El brasileño es un receptáculo que reúne informaciones de todas las partes y las transforma en algo suyo, propio.  En mi opinión, esa es la gran virtud del artista brasileño. Por cuestiones de poder económico y un bombardeo de informaciones por Internet, es difícil ver a un artista como Paulinho da Viola.  Me preocupan estos temas y creo que la Educación Artística no ha sido nunca tan importante en una programación escolar como lo es en estos momentos porque en un ambiente en que no existe el compromiso de vender, sino de formar personas, encontramos el entorno ideal para presentarlos, transmitir conocimiento y proporcionar las condiciones para que los jóvenes decidan qué quieren oír, leer o ver.

CI– Ante esa situación ¿cree que es oportuno proponer a los alumnos la audición de algunas canciones? Sería algo similar a lo que se hace con algunas obras literarias de lectura obligada.

CG – Este es un debate importante, pues me parece positivo estimular a los alumnos a escuchar canciones que probablemente no buscarían solos. Si es importante que ellos lean Euclides da Cunha, también lo es que escuchen y estudien las obras de Tom Jobim, por ejemplo.

CI – ¿Cuál es su percepción al constatar la dimensión alcanzada por su trabajo? ¿Pensaba que podría ser una referencia para un trabajo escolar interdisciplinario?

CG – Estoy muy feliz. Nunca imaginé que llegaría a trabajarse en un colegio de una forma tan intensa e importante y con una calificación. Me alegra saber que se han alcanzado los objetivos del libro y, desde luego, han superado lo que los tres periodistas y yo habíamos ideado. 

CI – En este proyecto escolar, entre otras tareas, los estudiantes investigaron el contexto histórico de los álbumes y analizaron las canciones. Al terminar, definieron un legado de la obra. ¿Cómo idealiza su legado?

CG – Mi legado todavía está en construcción, pero me gustaría que me recordasen como alguien que se preocupó de la historia de la música brasileña y de concebir un material en el que se comparte el conocimiento adquirido a lo largo de mi vida profesional. Creo que, con relación a la música, el legado que uno deja también depende de la época. Actualmente, me doy cuenta de que los años 80, década en que la banda Titãs tuvo éxito, no están en alza, como si la producción de entonces tuviera poco valor. Por esa razón, creo que el legado depende de la época. Esta generación no conoce Paralamas do Sucesso, Cazuza, Renato Russo, pero es muy probable que en algún momento se reconozca la importancia de estos artistas y de muchos otros que formaron parte de los años 80.